ORGANIZACIÓN CÍVICA DE IMPULSO SOCIAL
Confederada a Ciudadanos de Centro Democrático [CCD]

ULTIMA HORA INFORMATIVA

18 feb 2010

Autonomías, futuro a tres manos

90Mil Ciudadanos ANALISIS

Abandonada ya la línea ideológica marxista, el nuevo socialismo lleva tres décadas tratando de dar forma a un igualitarismo social. Ese mismo objeto ha guiado a la derecha en su llamado viaje al centro, dejando en el olvido o moderando el liberalismo doctrinario. En medio de ese giro en sus discursos, los dos ejes políticos terminan alumbrando el nuevo Estado providencia, exigencia cívica de nuestros días.

Al socialismo democrático [PSOE], utópico antes de pasarse al libre mercado, le toca abrir la ventanilla de la financiación autonómica dominado por dos necesidades inapelables. Una, la inevitable territorialización del Estado. Otra, la necesidad de pervivir ideológicamente. El socialismo de hoy sabe que su igualitarismo es compatible con el desarrollo económico, pero siempre que éste se base en la universalidad de los grandes servicios públicos. Las siglas no pueden obviar hoy una nueva justicia redistributiva. La ideología que gobierna lo hace no ya sólo desde una mayor o menor fidelidad a un acrónimo, más o menos histórico, sino desde los gustos y las preferencias.

A la derecha que quiere mantenerse como relevo incuestionable [PP], le toca como mínimo observar y tomar buena nota. Porque la ciudadanía pide más hechos y menos definiciones; más responsabilidad en la gestión política y menos frentismo barato. La ciudadanía es consciente que tiene hoy sólo dos manos y que ambas han de serle útiles. Por eso empieza a estar harta de tanto bipartidismo vacuo, tanto brindis populistas al sol, copiados al socialismo del siglo XXI y manidos por el aspirante impaciente.

Es en este contexto, de recolocación de criterios y conceptos, donde se mueven el plan de financiación autonómica y los tres tipos de grandes fondos garantistas que se contemplan desde el Gobierno. Una recolocación que nos acerca a la fórmula federalista del Estado, vía gasto y recaudación. Y una recolocación que, evidente e indefectiblemente, jibariza la Administración central en pro de nacionalidades y regiones y en detrimento de un otrora todopoderoso centralismo de lo público.

Es posible, por tanto, que se necesite el concurso de algún elemento intermedio. Alguna iniciativa verdaderamente transversal que, desde el propio tejido social y a través de la propia escena política, intervenga a modo de una tercera mano, rompa la inercia del electorado y garantice por fin aquello que tanto la izquierda como la derecha se empeñan en obviar: los derechos e intereses reales del ciudadano. Algunos analistas advierten del hartazgo y cuestionan la pervivencia del actual mapa autonómico. Para unos, por ser gravoso e insostenible su endeudamiento económico. Para otros, por devenir en una potencialmente corrupta red de taifas que propicia el enfrentamiento social y que impone el factor territorial por encima del valor de las personas. Para ambos, por ser una formulación seguramente caduca de la estructura del Estado.

Sólo una gran crisis global como la de ahora podría, desgraciadamente, ser el caldo amniótico del que surja un nuevo concierto. Esta vez un concierto regenerador, a tres manos como mínimo, capaz de armonizar un mañana político y social distinto para toda la sociedad civil :.

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