ORGANIZACIÓN CÍVICA DE IMPULSO SOCIAL
Confederada a Ciudadanos de Centro Democrático [CCD]

ULTIMA HORA INFORMATIVA

11 ene 2012

Generales 2011, votos que no valen igual.


.:: Opinión. Por P. Carbajo 'Eneas'

Allá por noviembre pasado, aún en 2011, se celebraron unas muy esperadas Elecciones Generales. Tardías, para mal de todos. Entonces ya se preveía que los ajustes iban a ser más duros que si se hubieran hecho antes. Y en ellos estamos.

Todos esperamos desde el 20N que el nuevo Gobierno active medidas. Que éstas empiecen a ser motivo para la confianza en nuestro futuro colectivo. Que la recuperación ofrezca hechos tangibles en lo cotidiano. Y que, al final de la legislatura, hayan disminuído el número de parados... y el de embutidos, en forma de 'chorizos'.

También, a ser posible en este 2012, que disminuya el poder de la grandes 'familias' y mafias periféricas y, por qué no, que empiece a existir una conciencia moral y ética de gobernar: que el dinero público no sea usado en provecho propio de ningún 'aventajado'. Pienso que el lector convendrá conmigo en que, lamentablemente, en este país la corrupción ha devenido en un hecho generalizado, una especie de 'modelo de vida'; cuanto menos, los casos en los distintos niveles hace parecer que así sea.

Y por eso pienso que deben cambiarse algunos conceptos y formas, evitando que ese 'modelo', ese estado de corrupción sistemática, se instale en el mapa mental de la ciudadanía; ni tan siquiera esporádicamente. Ahora caigo en que se ha construido una buena cárcel en Cataluña, conocida como el 'spa'; no tiene presos, está sin utilizar y cuesta un millón de € mensuales; vamos, un gasto estructural que se puede rentabilizar ingresando en ella a todos estos 'chorizos' autonómicos de guante blanco que saturan los tribunales. Llena en dos días.

Pero este pequeño artículo no va por el camino de crítica autonómica, como bien pudiera parecerle al lector a tenor de lo dicho más arriba, aunque ese tema merecería un amplio desarrollo argumental. Y lo de los usos del sistema penitenciario es sólo una parte más de lo que creo debe replantearse en esa regeneración democrática, ética y moral que sostengo como imprescindible.

La cuestión que traigo aquí, al hilo de las Elecciones Generales, es esa que parece mantener disconformes a muchos ciudadanos: los votos de los españoles, ¿no valen igual en todos los sitios?. Es una pregunta de fondo, con muchas aristas. Por eso, entrados en el debate, observo que hay un auténtico universo de opiniones y criterios. Va por colores: desde quienes consideran que el sistema electoral ya está bien como está, hasta quienes pasan del conformismo a la anarquía febril apostando por desmontar todo el Estado, pasando por quienes consideran que el vulgo ya vota demasiado. Ah, y seguro que a estas alturas el lector también tiene ya bien formado su posicionamiento.

Como comentaba, el debate sobre el sistema electoral tiene mucho fondo porque mueve muchos intereses. No hay verdades absolutas porque nada es perfecto, y menos en democracia. De ahí que yo considere importante, eso sí, el ir avanzando en la idea de máximos: que nuestros votos, el de cada ciudadano, valgan lo mismo se vote al partido que se vote; y que se replantee la ley electoral, en línea con lo exigido desde diferentes organizaciones y hasta 'desorganizaciones'. Pero no es fácil y me asaltan interrogantes: ¿cambiar por cambiar?, ¿cambiar hacia dónde?, ¿qué pasaría si eso -un ciudadano, un voto- fuese efectivo?. Todo cambio profundo tiene damnificados.

Tal como está configurado actualmente el sistema de partidos, el cambio sólo parece aceptable si el partido más votado gobernase, aun no obtuviendo la mayoría absoluta; y esto de la mayoría absoluta es importante para quien gana unas elecciones: poder gobernar sin verse afectado o estar sometido a los chantajes y los canjes de votos con el resto de fuerzas políticas; trajines que hoy se realizan por interés propio, claro; nada que ver con los intereses generales de los ciudadanos, puesto que sólo son generales para la comunidad electoral o ideológica de cada partido.

Así las cosas, aplicar la igualdad de votos puede suponer cierta injusticia: un partido, vencedor en urnas con mayoría de votos, se vería fácilmente apeado del poder porque las minorías pueden articular alianzas de gobierno en tripartitos o pentapartitos; y lo que actualmente es injusto para unos sería injusto para otros. En este país la mayoría absoluta es clave y nadie renuncia a hacerla valer. Si el partido más votado lo es con el 40 % de los votos, debería gobernar si el siguiente no llega a ese porcentaje. ¿Qué ha pasado en estas Generales 2011?


Los datos del cuadro superior son sólo una muestra, suficiente para entender buena parte del aspecto que debatimos. Y sorprenden, ¿verdad? Veamos el detalle en letra:

- CIU, con 1.014.262 votos obtiene 16 escaños. UPyD, con más votos, obtiene sólo 5.
- UPyD, con 1.140.242 votos, obtiene 5 escaños. AMAIUR, con 333.628 votos, obtiene 7.
- IU, con 1.680.810 votos, obtiene 11 escaños. CIU, con 1.014.262 obtiene 5 escaños más.

¿Pero que pasaría si se aplicara, sin más, el valor del mismo voto para todos? En tal caso, el PP que obtuvo el 47,08 % de los votos no gobernaría jamás. Una coalición del resto de partidos podría sacarlo del panorama político con otro pacto del Tinell y estaríamos siempre en una pseudo democracia; es decir, peor que ahora. Digo esto porque sólo empezaré a pensar en una democracia consolidada cuando vuelva Montesquieu, al que enterraron algunos socialistas; como el 'amigo' AlfonsoGuerra, para quien el ideólogo francés "murió junto con su filosofía".

Concluyo pensando que es de justicia que el valor de nuestros votos debe ser igual para todos los españoles. También que el partido gobernante lo sea con mayoría simple. De otra manera no se debería aceptar la unión de dos o más partidos sin mayoría. Unas por otras.