ORGANIZACIÓN CÍVICA DE IMPULSO SOCIAL
Confederada a Ciudadanos de Centro Democrático [CCD]

ULTIMA HORA INFORMATIVA

13 ago 2010

Tahúres del Guadalquivir

90Mil Ciudadanos Digital .:: Artículo de Opinión ::.
P. Carbajo, Eneas*
.:: Cuando se cumplieron los 30 años, ya se veía venir que la vida de la Constitución de 1978 tocaba a su fin. Los partidos independentistas arreciaron en su acometida contra la misma y también hacia todo lo que significase España. El gusto por celebrar el aniversario me acabó pareciendo un intento de alargar la agonía de un difunto, al que trataron de matar incluso desde el mismo Gobierno de la nación. Y es que la Constitución, querido lector, no tenía ni tiene aún el respaldo sincero de aquellos que juraron acatarla y hacerla respetar. En las cocinas políticas se guisan permanentemente maniobras que huelen mal para que, entre otras cosas, se cumpla aquello de que “la nación es un concepto discutido y discutible”. Grave. Tal posicionamiento sale, fíjese usted por dónde, del propio Presidente, más interesado en la división de la nación que en la armonización del conjunto ciudadano.

Y así, nos vemos abocados a sufrir una larga etapa oscurantista, de descomposición económica y social. Estos años serán recordados en la Historia como ignominiosos, sumándose a otros de los que pensábamos y jurábamos que nunca volveríamos a repetir. Los niños del futuro en sus eLibros de texto, leerán con cierta vergüenza que sus mayores forjaron un país desventurado, desnudo de valores éticos; vendido a los mercados, como Fausto al Diablo. Los niños de mañana, ante tanto desatino, tendrán que hacer un magno esfuerzo por revertir la pasividad social de hoy.

Pero volvamos al presente, y en nuestra zozobra lancemos preguntas al viento por si alguien es capaz de contestarlas con unos mínimos de lógica. Lo primero: qué dirigente de ningún país no acata las leyes del mismo. Más: cómo es posible que se permita seguir en el cargo a un Presidente autonómico -que es el representante del Gobierno en una CC.AA- que se declara públicamente en rebeldía y avisa de que no acatará las sentencias de un Tribunal Superior de Justicia.

En Catalunya, José Montilla es el caso paradigmático de tal despropósito. Lo hace, lo dice y sigue en su puesto. Impunidad absoluta, avalada e incentivada por el Gobierno, el del Estado, mucho más preocupado por la cosecha de votos electorales que por lo delictivo de la insurgencia institucional consentida. Y que nadie se lleve a engaño con la reciente sentencia del Tribunal Constitucional frente al Estatut catalán: desde la Generalitat, mientras no se cambie a los inquilinos, seguirán persiguiendo a quien rotule en español y se seguirá enseñando sólo catalán en las escuelas. Construir una nueva nación, aunque sea inventada y suponga el mayor atentado contra los derechos y libertades individuales, no tiene freno. El sectarismo nacionalista es voraz, depredador, antidemocrático. Usted y todos lo sabemos. Para qué, si no es en pos de ese objetivo, se reúne Manuel Chaves con José Montilla: para liquidar la Constitución, destrozar los marcos de convivencia y cohesión social; para imponer juntos un proyecto político minoritario y convertirlo en la apisonadora ideológica de una gran mayoría, mucho más legítima y legitimada.

La Constitución no es inmune ante estas razias de los nuevos vándalos segregacionistas. Es un documento normativo cuya vida útil debiera ser revisada y pasar por la ITV de una ley de armonización que actualice sus bondades. Pero ni a eso le va a dar tiempo. Porque la pandilla de tahúres, no los del Mississippi, sino los del Guadalquivir, está convencida de que lo progresista es deconstruir. Y quien no tenga esto claro, no es de izquierdas y por tanto, facha. A ese alto precio están ahora las libertades. Demasiados años de aposentamiento en el poder produce estas aberraciones. No deja de ser curioso que Montilla y Chaves, los dos insignes tahúres de oficio que protagonizan este artículo, políticos de bajo perfil, coincidan en haber tenido su cuna a la vera del Guadalquivir. Curioso, más todavía, es que ni uno ni otro tenga rubor en ponerse un pinganillo para que le traduzcan su idioma materno al catalán, en el Congreso. Y es que, lo mismo que hay paisaje y paisanaje, hay también estómagos que pueden con todo. Auténticos contenedores de la mentira, adalides de la mediocridad, cuyo único principio y fin es medrar y permanecer desde el poder. Maquiavélico todo.

Este PSC, amigo lector, es el hijo renegado y catalán del PSOE. Un hijo que ha estado engañando a los hispanoparlantes, emigrados a Cataluña, haciéndoles creer que eran el sinónimo de papá. Con esa táctica confiaban en que los afines de la izquierda les votasen a ellos. Un fraude de ley, porque se ha visto descaradamente que son tan independentistas -con un andaluz a la cabeza- como puede serlo CIU o ERC. Entre todos han pervertido las tesis esenciales del socialismo histórico, convirtiéndolo hoy en un sucedáneo infumable donde lo que menos importa es la ideología que les justifica como Partido. Entre todos han vuelto a dar vida a un nacionalsocialismo sectario, que brinda muy pocas posibilidades de libertad a los ciudadanos. Más valdría a estos partidos que asumiesen con valentía sus querencias, dejar de gobernar España siendo minorías, y se unificasen en algo así como el Partido Independentista Nacionalsocialista de Cataluña. Es un poner. Al menos los ciudadanos no nos sentiríamos tan víctimas de la actual estafa política, de la permanente sensación de ser cobayas del timo de la estampita. Sabríamos a qué atenernos de verdad.

Claro que a usted, amigo lector, a mí y a otros muchos ciudadanos nos quedan en el aire otros tantos interrogantes sin resolver. Como ese de qué va a hacer el castellanohablante en las próximas elecciones; despertará de la lluvia fina o, más bien, la sumisión y el adoctrinamiento darán en él sus frutos. Vaya usted a saber. Ni Constitución ni gaitas, los tahúres del Guadalquivir ya han hecho su trabajo: “no importa que tu no me votes, tus hijos lo harán”. Pero oiga, ¿no era ese un pensamiento de Hitler? Posiblemente hayan conseguido que tengamos una generación perdida de jóvenes. Sin empleo, o mal pagado. Jóvenes mantenidos por sus padres hasta edades insostenibles. Sin ilusión de una apuesta seria de futuro. Y sin valores sólidos, o relativizados al acomodo del consumo diario. Que la media mundial de jóvenes parados se sitúe en el 13 % y que en España sea del 40 % dice mucho sobre esta generación, sin objetivos ni más fe que la del día a día vivido a tope. De los valores ya se encarga el Gobierno: para destruirlos, se basta solo.

Postdata. Leo ahora… “El Departamento de Estado de EE.UU. de América, denuncia la imposición lingüística en Catalunya y Baleares por vulnerar derechos fundamentales de los ciudadanos”. Es más, considera que “el problema no está en los ciudadanos, sino en sus políticos en cuanto que utilizan los idiomas como arma, como instrumento de ingeniería social, para cambiar la realidad plural de sus comunidades con el objetivo de conseguir la máxima cuota de independencia”. La Asociación Nacional por la Libertad Lingüística considera "una buena noticia" la preocupación del Departamento de Estado norteamericano, y considera que “es lamentable que el Gobierno de Estados Unidos, en pleno siglo XXI, tenga que llamar a la puerta de Rodríguez Zapatero para que vele por el cumplimiento de los derechos humanos en España”. Ahí es nada, blanco y en botella. ::.
*Miembro del Equipo Promotor de 90Mil Ciudadanos