Confederada a Ciudadanos de Centro Democrático [CCD]
ULTIMA HORA INFORMATIVA
25 dic 2011
¿El fin del mundo en 2012?
16 dic 2011
¡Adios Sr. Conde Pumpido!

El que dijo que para negociar con la banda terrorista ETA deberían «mancharse las togas con el polvo del camino». Pues bien; eso si lo consiguió, se mancho la toga con el polvo del camino y las tormentas que han producido convirtieron el polvo en barro, y su toga se enlodó, se enfangó y se embarró, no por esos caminos solamente, sino también por ir campo a través pasando por donde hiciera falta, fuera de los caminos, atravesando campos y cuadras, y pernoctando entre la diferente fauna que las habitan, dejando esa toga además de embarrada, con un pestilente olor del que será muy difícil de desprenderse.
Su toga embarrada y maloliente lo ha conseguido en base a colocar junto a su jefe la marca blanca de una banda terrorista, que en otro país hubiera sido impensable que pudiera ocurrir.
¿Por qué era necesario llegar a tanto?. Porque España es una tema “ discutido y discutible “ para ellos y, porque en el afán de poder pasar a la historia como los “ pacificadores “ de un “conflicto vasco”, y no tener logro alguno de la gestión del gobierno en estas legislaturas ,pensaron que podrían ganar unas elecciones con nuevas mentiras y con la medalla para el “pacificador”, nombre que quizás creían que podían darle a jefe del gobierno, cuyo nombre no apetece volver a nombrarlo.
Aunque tanto el Sr. Conde como el resto de la banda u orquesta, son los responsables de la degradación moral, económica, y territorial de este pobre país. Entraron a gobernar con las arcas del Estado llenas y un paro la mitad del que han conseguido en el tiempo de desgobierno. Han logrado que el 23 % de los españoles estén en el paro, la ruina económica, y una banda terrorista dentro del Parlamento y muy pronto gobernando en el País Vasco, la desintegración de la convivencia entre todos y unas deudas que tendrán que pagar nuestros descendientes no nacidos todavía.
¡Gracias por su contribución Sr. Conde Pumpido!. Gracias a este gobierno que hoy por fin han materializado el último Consejo de Ministros. ¡Ahora si!, ¡Se acabó!.
Una pesadilla para España, pero también para el propio partido socialista que puede que haya entrado en un punto de inflexión hacia su desaparición. Unos dicen que han conseguido el peor gobierno de los últimos 300 años. Desde su fundación por el año 1879 han transcurrido mucho tiempo, aunque algunos dicen que es más antiguo, pues Ali Babá empezó ya con 40 militantes.
Tenemos confianza en la honradez del partido socialista, es una lástima que los últimos gobiernos de la democracia no hayan estado a la altura de esa confianza. ¿O será que todos son iguales?.
Hoy se materializa el fin del gobierno del “Ineficaz”. A quién Dios de larga vida.
Eneas
15 oct 2011
El caso Campeón

*Presidente de la Asociación 90Mil Ciudadanos
14 oct 2011
Hemeroteca | La carta abierta...

30 sept 2011
SGAE, nave sin rumbo
9 sept 2011
ELECCIONES GENERALES 2011
.:: 6 de septiembre de 2011. Veo anuncios del PSOE, de precampaña, en la televisión: “Rubalcaba es muy listo”. Estoy de acuerdo en que lo es. Y da la impresión de que don Alfredo 'pasaba por ahí' en el Gobierno; que empieza ahora, que va a rejuvenecer el partido y el gobierno; y diciendo que lo presidirá con la incorporación de 'nuevos valores' como Manuel Chaves y Alfonso Guerra -los dos únicos 'grandes' en Rodiezmo-. Deben ser 'nuevos' también en política, aunque a fecha de hoy no sé qué currículum laboral tienen a estas alturas de sus 'trajinadas' vidas, la verdad.
El caso es que las lecciones están previstas para el 20 de noviembre próximo. Esto quiere decir que se nos avecinan TRES meses de campaña electoral de los partidos. Campaña con la que van a castigarnos de manera inmisericorde, diariamente -en las televisiones, radios, periódicos y medios de todo tipo- en constante bombardeo; como la gota malaya: gota a gota, día a día. Así hasta la jornada de reflexión, si es que la respetan. Porque últimamente no solemos tener ni esa suerte. El empeño máximo suyo será 'lavarnos' el cerebro, convenciéndonos -o intentándolo- de lo buenos que son, de que todos son nuevos y profesionales en alguna materia; vamos, la excelencia, el summum; a la postre, las 'bondades' que les garantice poder 'ocupar' alguna cartera del nuevo Gobierno.
Lo malo para estas 'nuevas generaciones' es que, lo mismo que ni nos plateamos su bagaje laboral porque no lo tienen, lo mismo sabemos que para 'colocarse' les es suficiente pertenecer al partido de turno y estar en su claca -con fuertes manos para aplaudir como si de un programa de telebasura se tratase- loando sin límites al 'jefe' al término de sus peroratas. De todo ello hemos aprendido, usted y yo y el vecino, a través del tiempo; música vieja. Por lo cual no es ese nivel de indigencia política el motivo de mi exposición.
Voy a que tres meses de propaganda, 90 días como noventa soles -o noches, según se mire- además del calvario mental al que somete a los ciudadanos, tiene un coste financiero muy importante. En una época de crisis como la presente -y aunque no la hubiera, lo mismo- creo que es un despilfarro indecoroso el de esos partidos. Porque no olvidemos que se hace con el dinero de todos los españoles, a través de nuestros impuestos.
Voy a que, además, hay muchas cosas a cambiar en la Constitución. Los tiempos actuales nos están haciendo ver la realidad dura, pero no sólo en lo que atañe a un techo de déficit público. No debiera permitirse ni un sólo despilfarro más porque no es ético; porque hay muchos temas urgentes que atender y reformar: socorrer a los parados, recuperar competencias, poner orden en el mapa autonómico, contener los poderes periféricos que solapan administraciones, replantear el sistema sanitario, acometer un plan de educación sostenible y aceptable, etc. Ni una cesión más, ni una subvención de más que no sea en estas cosas. Si, como se vaticina -dicho mentidero de los sondeos- va a ser el PP el próximo en gobernar dándole al PSOE un soberano e histórico varapalo en las urnas, la derecha tiene por delante mucho tema para arreglar; y las demagogias o capitalismos populistas -3 millones de empleos, dicen- no le valdrán de mucho.
Una legislatura, cuatro años de mandato, ya no es mucho tiempo; ni siquiera una rutina de fácil relevo: es un exámen eliminatorio directo. Y, por tanto, el dispendio de esos tres meses de propaganda debiera reducirse considerablemente, como muestra de reconocimiento de la situación. Y tres cuartos de lo mismo en cuanto al presupuesto del resto de partidos políticos. Un tercio del gasto actual sería suficiente -y también de agradecer- para que nos ahorrasen dos meses de aguantar tanta sandez como se oye y se ve. Lo ahorrado, que se destine a lo más necesario socialmente. Porque, ¿para qué tanta maquinaria y tanta tramoya vacua si la ciudadanía ya conoce a todos los 'aspirantes'?; más que nada, porque son los mismos ¡desde hace más de 20 años! Oiga, nada nuevo pueden aportar. Por mucha propaganda que les paguemos, no nos van a convencer de que son 'nuevos' en la política; a otros perros con esos huesos. Lo único que siento -créame, apreciado lector- es tristeza cuando veo a estos personajes repetir una y otra vez sus mismas 'películas'; que nos tomen por tontos, lelos o piltrafillas; o las tres cosas. Siento tristeza por el despilfarro -de lo de usted, de lo mío, de lo de todos- que siguen añadiendo al que dicen combatir.
Mi propuesta, si usted me lo permite, es que se reduzca a un mes el conjunto de precampaña y campaña. Sí, un pack de ahorro. Ahorro útil para sanear las mentes de los sufridos españoles. Ahorro coherente para no sangrar más las arcas del Estado. Propongo ambas cosas unificadas porque quizás así, y sólo así, pudiera contribuirse realmente a regenerar las cosas. Sólo así podemos ejemplarizar para que algún día ya no tengamos que seguir viendo tanto ciudadano caído en la cruel marginalidad, en ese maldito umbral de la pobreza, desembarcado a la fuerza del estado de bienestar, revolviendo en el interior de los contenedores de la basura tan abundantes ambos en el paisaje cotidiano de nuestras ciudades. Esto sí sería un logro electoral y social.
*Miembro de 90Mil Ciudadanos
26 abr 2011
Autocrítica, o la viga en el ojo propio
.:: En política los convencidos y los conversos son importantes, claro. Pero hemos de preguntarnos, ¿qué pasa con el resto, esa inmensa mayoría que cruza de largo? Si se quiere ser una respuesta política de nuevo cuño, primero hay que hacerse preguntas de ciudadano. Porque las preguntas de la calle siempre son sabias: hablan con conocimiento de causa, sin tramposas estadísticas ni informes edulcorados. La realidad de las personas siempre se impone a la ficción de las instituciones. Por ello, para ser respuesta hay que someterse a un proceso empático profundo, capaz de encajar el compromiso de un proyecto con vocación de servicio desde la sinceridad de sus representantes.
.:: Todo lo que hoy no pase por preguntarse, por la empatía, es tocar de oído y oportunismo panfletario vulgar: el que se hace cuando sólo se sale a la calle en vísperas electorales, regalando por doquier inopinados abrazos, forzadas sonrisas y palmaditas de foto. El cambio político, el que se necesita y se nos exige, consiste en ganarse la credibilidad pública del mismo modo como se distingue el amor de verdad: el que se demuestra cada día. Mientras desde la clase política no hagamos esta reflexión, mientras no haya propósito real de enmienda, tendremos asegurada la indignación porque nos faltará a todos decencia democrática.
.:: * Miembro del Equipo Promotor de 90Mil Ciudadanos
25 mar 2011
Justicia, ese grave problema
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Cada día es mayor el divorcio entre ley y justicia. Dos pilares del estado de derecho que debieran estar armonizados. Y no estarlo propicia sentencias como la del caso Marta del Castillo o la de tantos otros sucesos de infausto recuerdo. Víctimas no sólo por mano de los agresores directos, los delincuentes de obra. Sino víctimas también del propio sistema, ese que por omisión, dejadez o indiferencia no consigue asumir su cometido de garante eficaz y ejemplar de derechos y libertades. Es decir, asistimos impávidos a la victimización crónica de los ciudadanos.
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La legislación es deficiente, sin duda. Es posible que, en alguna medida, tenga que ser imperfecta para poder dar cabida universalista a la ciudadanía. Pero en ningún caso debiera de carecer de ese prurito de reforma que la haga no sólo entendible, sino fiable y asumible por quienes deben someterse a ella. Las modificaciones suelen estar afectadas siempre de determinados lastres: encaje con la jurisprudencia internacional, 'vacíos' que permitan incorporar necesidades legislativas del resto de CC. AA., etc. Con que somos legos, y no pretendemos ejercer o aparentar un conocimiento profundo y riguroso del que carecemos, la idea que queremos expresar aquí es que no todos los lastres son aceptables. Y uno de ellos, que incide demasiado a menudo en el curso de las propuestas de ley, es el de los intereses políticos de partido. Es decir, que no se activan las leyes y/o las reformas legales pensando en el servicio al ciudadano, sino más bien en las rentabilidades que éstas pueden suponer en múltiples aspectos a los intereses de poder de los partidos que gobiernan.
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Y los criterios interpretativos judiciales, poco asumibles por la ciudadanía, suelen quedar cautivos de ese viciamiento. Es por eso que hablamos de la politización de la justicia. El resultado, lógico; y más que previsible, inevitable: un sistema judicial desbordado, falto de recursos materiales y humanos, pero también parco en el esfuerzo de cambiar el chip corporativista; un colectivo de jueces con buena voluntad y preparación -los hay, y muchos, relamente excelentes y eficientes- pero no siempre de conducta ejemplar por culpa de determinadas 'estrellas' estrelladas y de algunos personajes díscolos menores pero con toga; una falta tal de armonización de criterios en las sentencias, que demasiado a menudo acaban creando alarma social por infumables; etc, etc.
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Lo más grave aquí son dos cosas, e efectos ciudadanos. Una, que este divorcio -bajo nuestro punto de vista- propicia una sociedad que camina como pollo sin cabeza; casi podríamos decir que España camina sobre la delgada línea roja del delito las 24 horas del día, en medio de una sobreproducción de derechos mal entendidos. Y otra, que lejos de aquéllo que señalábamos como deber y valor fundamental del poder judicial -ser garante fiable de derechos individuales dentro del estado de derecho- lo que vemos es que se ha instalado en la sociedad la sensación de injusticia y desprotección permanente. En otras palabras, que la impunidad es cada vez más la dueña de vidas y haciendas. Los ciudadanos no están exentos de responsabilidad en ello, por supuesto; ante la Justicia, les sobra temor y les falta respeto. Por eso es tan esencial que, en democracia, la ley y la justicia sean capaces de mediar con gestión intachable.
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Porque hablamos de una sensación, sí. Pero a los ciudadanos, que normalmente tienden siempre a moverse y actuar por sensaciones -es decir, desde la visceralidad- no les queda otra opción para expresar su desacuerdo cuando se consideran vulnerados; cuando ven un abismo insalvable entre la realidad de su tragedia cotidiana y las puertas, costosas, del juzgado. Y no es admisible que la Justicia sea indiferente ante el traslado abusivo de causas y tribunales a platós de televisión, a tertulias de radio o a columnas de prensa. En cambio sí sería positivo que atendiese los requerimientos -más o menos organizados- que empiezan a clamar con fuerza para que eso no sea así; para que los tribunales, donde sí se contempla la figura del jurado popular pero no el público, asuman el control. Máxime cuando tales requerimientos empeizan a escucharse desde el nuevo y potente altavoz -o portavoz?- de la ciudadanía: el mundo digital.
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Así las cosas, lo más terrible en este escenario es no percibir ninguna respuesta hacia las víctimas que se acumulan. Respuestas que atiendan sus dramas de hoy; respuestas capaces de prevenir los dramas de mañana. Cada caso evidencia que este país está enfermando, merced a leyes nacidas no ya pobres en el espíritu de ayuda o servicio a las personas sino con taras de difícil digestión social -ley del menor, ley del aborto, ley de dependencia, ley de paridad, ley de protección de la mujer, etc. etc.- que dejan cada día a las familias, como la de la joven Marta, sumidas en el dolor, la impotencia y la indignación. Justicia, ese grave problema sin resolver.
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*Miembro del Equipo Promotor de 90Mil Ciudadanos